Hola a todas y a todos
En un artículo anterior, se introducía el concepto de «resiliencia comunitaria» , las categorías y los pilares imprescindibles para la creación de este proceso.
En cambio, también existen unos «antipilares» que dificultan y/o imposibilitan la reproducción del proceso de una sociedad resiliente.
Antes de empezar, dar las gracias al autor de la investigación y para Tidus Coop. un referente en esta temática que sigo con atención. – Uriarte Arciniega J.D. «LA RESILIENCIA COMUNITARIA EN SITUACIONES CATASTRÓFICAS Y DE EMERGENCIA«; International Journal of Developmental and Educational Psychology, vol. 1, núm. 1, 2010, pp. 687-693. Asociación Nacional de Psicología Evolutiva y Educativa de la Infancia, adolescencia y Mayores. Badajoz, España
Así pues, empecemos:
– ¿Qué factores dificultan los procesos de resiliencia comunitaria?
Recordemos primero, la definición de resiliencia comunitaria según Cadavid S. (2010):
La resiliencia comunitaria, se trata de una concepción latinoamericana desarrollada teóricamente por E. Néstor Suárez Ojeda (2001), a partir de observar que cada desastre o calamidad que sufre una comunidad, que produce dolor y pérdida de vidas y recursos, muchas veces genera un efecto movilizador de las capacidades solidarias que permiten reparar los daños y seguir adelante.
Cadavid S. (2010)
La observación mostraba que tras una situación de desastre en el que afectaba a toda la comunidad, los/as residentes se identificaban con sus vecinos/as bajo la misma circunstancia, floreciendo así una nueva capacidad de empatía colectiva para colaborar y solidarizarse con el colectivo (población) y no con el individuo.
En cambio, las situaciones en las que toda una comunidad sufre una circunstancia negativa y que afecte a su existencia (situaciones de alto riesgo) no siempre puede dar como respuesta una sociedad unida con un proceso de resiliencia. En su contrapuesta, se pueden observar sociedades con mucho sufrimiento, shock, miedo, desesperación, ira… y no encontrarse una coherencia social para crear unidad.
¿De qué depende una situación u otra? Veamos los «antipilares» que Uriarte Arciniega J.D. (2010) considera que influencian negativamente para la creación de procesos de resiliencia comunitaria.
- La pobreza: en la medida en que debilita física, material y psicológicamente a quienes la padecen reduce la capacidad de respuesta precisamente de quienes suelen ser más afectados por los desastres y calamidades. Pero junto a la pobreza económica a veces hay otros tipos de pobreza.
- La pobreza cultural: vinculada a falta de educación y a baja capacidad crítica con la realidad.
Las personas no captan las implicaciones de determinados hechos con el desarrollo personal y social
futuros. - La pobreza moral: que lleva a la impunidad y a la corrupción de la administración y de la que
se impregna la comunidad. La impunidad con la que se desenvuelven ciertas personas autoras de delitos económicos, políticos o contra la salud medioambiental deslegitima a las autoridades políticas o
judiciales y se pierde la confianza en las instituciones. Junto con la corrupción son posiblemente los
factores que más dificultan la resiliencia comunitaria. - La pobreza política que no permite la participación libre en los asuntos públicos, que genera el autoritarismo, que distancia a los representantes de los representados, que lleva al individualismo
y a la indiferencia social, que inhiben el surgimiento de líderes naturales, y que lleva a desentenderse y
trasladar a otros la responsabilidad de resolver los problemas. - Dependencia económica de la comunidad de una sola actividad productiva dominante, que le
hace más vulnerable a las crisis económicas y al desempleo. - El aislamiento social vinculado a las dificultades para el acceso y las comunicaciones. El aislamiento emocional de las víctimas que no encuentran el necesario reconocimiento de su dolor y el
apoyo social para su recuperación. - La estigmatización de las víctimas: La mayoría de las personas afectadas por catástrofes
sociales son sujetos normales en una situación excepcionalmente anormal. Aunque muchas de ellas
sufran y manifiesten conductas no habituales, no son personas enfermas ni trastornadas. Los equipos
de atención tienden a victimizar a los afectados y a procurarles ayudas inmediatas que no son siempre
las más adecuadas.
Añado para este último punto «estigmatización de las víctimas» que la tendencia de victimizar a toda una población (niños/as, adultos y tercera edad) no favorece a la creación de grupos de vecinos/as que bajo una organización pueden formar parte de la solución aun siendo afectados/as si sus capacidades las quieren y pueden.
«Ningún país ni sociedad es pobre. Nos empobrecen sistemas opresores»
Tidus Coop.
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