Su visión y conceptualización de la «ANTICOOPERACIÓN» es un campo abierto a estudios y análisis. Y por ello, seguiremos con esta misma línea a través de la consulta de su artículo «Vivir y Compartir Bien«
¿Por qué tras sesenta años de ayudas, de desarrollo tecnológico y económico, el mundo no está mejor?
por Llistar Bosch D.
Facilitado desde @tiduscoop
A una parte importante de quienes nos dedicamos a la cooperación internacional al desarrollo o a temas de gobernanza global justa se nos intenta cambiar la pregunta. De hecho, parecemos confundidos/as con discusiones que giran alrededor de los intestinos de esa ayuda internacional, incluido el esforzado debate sobre su eficacia, pasando con saltos y bailes de puntillas por cada uno de los temas delicados.
Personalmente creo que la pregunta clave no es cuánta ayuda ni de qué tipo, ya que se trata de un flujo de recursos mucho menor que el ligado a otros fenómenos como el comercio, la deuda externa o la inminente adaptación al cambio climático. Sino la siguiente: ¿cómo todas las personas del presente –pero también las que van a nacer en próximas generaciones– podríamosllegara vivir bien?
Resalto vivir bien (y no mejor / Véase Buen Vivir), aclaro que todos/as (y no nosotro/as), y añado futuro (y no sólo ahora). Incluso deberíamos responderla para el conjunto de los seres vivos (y no sólo de las personas) en una concepción biocéntrica del desarrollo tal y como ya se plantea desde códigos constitucionales como el ecuatoriano.
La ayuda internacional no actúa sola, sino que se produce en competencia con otros muchos flujos e interferencias que se dan en planos tan distintos como el militar, el migratorio, el ambiental… (véase tipos de anticooperación).
Muchas de las interferencias que se producen expresa o colateralmente entre países y grupos humanos y en especial las interferencias transnacionales que surgen por comportamientos y decisiones del Norte sobre el Sur Global, son negativas desde la perspectiva del vivir bien de la población, de su autodeterminación y del respeto de la biodiversidad.
Un ejemplo cercano: «el cóctel del petróleo que consume la economía española, entre otras procedencias poco democráticas, contiene una buena cantidad de crudo extraído en el Delta del Níger (entre 2000-2005 el 12’4% del petróleo consumido en el Estado español ha sido nigeriano, según el CORES- Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos- del ministerio de Economía). El Delta de Níger es un paraíso convertido en infierno desde hace ya veinte años por la presencia de esa riqueza maldita que se encuentra bajo los pies de treinta millones de pequeños campesinos y pesadores nigerianos.
Algunos ya migraron a nuestras ciudades. ¿Qué derecho creemos tener para considerarlos inmigrantes ilegales? ¿Quién es aquí el que ha iniciado procesos ilegales y/o de empobrecimiento social? Destrozamos su hábitat a costa de nuestro abuso y consumo y además ni nos interesamos por la realidad de sus historia y/o experiencia personal.

Delta en Nigeria contaminado por la extracción de petroleo.

Refinería Ilegal en Nigería con graves impactos.
Insumir sin control, es decir, sin observar cómo las importaciones de energía y otros recursos naturales y las inversiones asociadas pueden generar perturbaciones insoportables sobre comunidades alejadas, es un acto de irresponsabilidad que contrasta con el discurso oficial de la ayuda.
El suministro de commodities procedentes de países como Nigeria, Libia, Guinea Ecuatorial, Iraq, Arabia Saudí, Paraguay, Indonesia o Argelia, no sólo explica su desinsticionalización democrática sino que alumbra la violencia de los fuertes contra los débiles, la inmensa mayoría, y destruye la salud y la biodiversidad. Lo contrario de lo que intentan la ayuda y la cooperación al desarrollo y los esfuerzos de la conversación y el control del cambio climático.
¡Qué paradójico, una suerte de anticooperación en toda regla! Y existen tantos ejemplos y tan distintos.
Tal vez, el fenómeno de la anticooperación explique el porqué, tras sesenta años de ayuda internacional y a pesar de los avances tecnológicos y ese tan vituperado desarrollo económico, el mundo no esté mejo en su conjunto ni las generaciones futuras vayan a encontrarse un panorama más acogedor que el que nos encontramos nosotros/as.
El efecto centrifugador de las distintas fuerzas presentes en el capitalismo globalizado no conseguiría ser re-equilibrado con medidas redistributivas de la mano del sistema de ayuda internacional. Por lo cual, las agencias oficiales de desarrollo empiezan a aceptar las tesis de los movimientos sociales por las que se exige a los gobiernos la «coherencia de políticas para el desarrollo» (Véase por ejemplo Cooperativa Integral) tomando el conjunto de actuaciones de la administración pública.
Por ejemplo, les exigen que introduzcan criterios de contratación pública ética (o responsable) por los que las administraciones públicas evitaran contratar bienes y servicios de empresas que vulneren los derechos humanos en países del Sur, como en el caso del petróleo en Nigeria.
Reformas urgentes:
Hay que tener en cuenta que Catalunya, por ejemplo, las administraciones públicas locales gestionan cerca del 20% PIB catalán, un porcentaje muy significativo como para no tenerlo en cuenta en temas de desarrollo y gobernanza global. En el caso español y europeo, las potenciales reformas para reducir la anticooperación son mucho mayores. Desde leyes, directivas y reglamentos que regulan la pesca, la responsabilidad ambiental exterior, los ataques especulativos, hasta las medidas sobre importación de agrocombustibles, la generación de deuda externa ilegítima o de internacionalización de las empresas.
Las medidas son infinitas pero sobre todo urgentes y necesarias. Actualmente la cooperación española, inspirada en la Declaración de París y de Accra, ha empezado a ordenar y alienarla, pero también a analizar desde este enfoque de ayuda de «banda ancha» la coherencia de sus políticas y de las europeas en relación al buen vivir de los y las ecuatorianas. Algo pertinente dada la intensa integración entre ambas sociedades.
‘Crecimiento’ no siempre significa, para la población a la que se promete desarrollo, «vivir bien».
Cosmovisión:
En definitiva, se hace necesario un cambio profundo de cultura en el sector de la cooperación.
Especialmente en este período de «Doctrina del Shock (Naomi Klein, 2009) desplegándose también y de forma virulenta sobre las políticas públicas redistributivas y sobre todo las de cooperación (como en el caso catalán donde el nuevo gobierno ha sacrificado hasta el 60% del presupuesto asignado a la Agència Catalana de Cooperació al Desenvolupament). Es necesario un cambio de visión por dos motivos cada vez más diáfanos. No sólo porque identificar desarrollo con crecimiento económico puede llegar a ser justamente lo contrario a conseguir vivir bien (véase Microcréditos en la Cooperación) para el conjunto de la población a la que se promete desarrollar. Sino también porque la ayuda internacional no puede ignorar al resto de interferencias internacionales que se producen sistemáticamente en paralelo a cuenta de la globalización.
El sistema internacional de ayuda debe abrazarlas: trascender un enfoque de ayuda de banda estrecha a uno de banda ancha.
Y como ya hace muchos años reza la cosmovisión andina, suma kawsay significa en quechua vivir y compartir bien, aquello en lo que toda sociedad sueña, la respuesta correcta a la pregunta clave, una vida en plenitud.
Eso es, señalan los indígenas, en tres planos, ¿Estamos en…:
- .. Armonía con uno mismo?
- …Armonía con las personas que nos rodean?
- ¿Y con la naturaleza?
Esa sí es la pregunta, la respuesta está en nuestras manos.
Teoría de la Anticooperación: De la perspectiva Quechua- Vivir y Compartir Bien.
LA MEJOR COOPERACIÓN ES NO MOLESTAR
TIDU RIRU
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